La redaccin de la revista femenina Claudia en los tiempos del gobierno de Isabel Pern es el universo retomado por Julin Gorodischer en la novela “Claudia vuelve” para contar los das de pasantes, redactoras y editoras protagonistas de un momento del periodismo argentino que se instal en la mitologa del oficio y tension los vnculos entre medios y poltica.

En una ficcin nutrida de los textos periodsticos de una poca, Gorodischer retoma los tiempos en los que la poeta Olga Orozco escriba en la revista de la editorial Abril, presentada como espacio de renovacin y experimentacin a la hora de abordar la agenda de gnero, y logra tensionar la capacidad de la realidad para novelar “lo kitsch, un pop sucio o degradado que estaba en esos aos 70 predictadura y lleg al sumun en los primeros 80”.

Editado por Marea, el libro no solo tiene como personaje a Orozco, tambin estn en sus pginas los periodistas Enrique Raab y Ernesto Schoo o el dueo de la editorial Abril Csar Civita, quienes forman parte de la apuesta de Gorodischer por “una novela histrica pero cercana en el tiempo” que permita explorar desde sus cdigos un perodo contemporneo.

-Tlam: Cmo surgi el inters por Claudia?

-Julin Gorodischer: Me interesaba su lugar dentro del periodismo argentino porque por primera vez proyectaba un periodismo moderno. La tomo del 74 al 76, que es la culminacin de un proceso de modernizacin del periodismo argentino que se daba sobre todo en editorial Abril con Panorama y Claudia. Me interes observar este universo contrastante con nuestra realidad desmembrada, disgregada del ejercicio actual de la profesin. Ese universo ms mtico geogrficamente lo podra situar en calle Paseo Coln porque era el epicentro de otros grandes medios, de toda esa mitologa de periodismo industrializado pujante. Inici mi carrera en una revista femenina como Luna, pero ms all de eso, lo que ms me atrajo fue la idea de situar el debate de la esfera pblica de la poca en un universo marginal y habitualmente subestimado como el de una revista de ese gnero.

-T: Siempre pensaste en una ficcin?

-J.G: S, y me interesaba que el discurso estuviera ligado a los medios de la poca, estuvo provisto por esos medios, por eso el tono es ms bien periodstico, porque la materia con la que est hecho son las notas de la poca. Eso le da mucha verosimilitud a los hechos de ficcin que son ligeramente bizarros, descolocados, como la participacin tan emptica que toma Isabel Pern en torno al programa “Claudia presenta” en plena debacle de su gobierno. Empujar al mximo los limites de lo real y producir este tipo de situaciones ficcionales fue el gran desafo para que no quedara forzado, desvirtuado o descolocado.

-T: “Presidente” en vez de “presidenta” para referirse a Isabel Pern da cuenta de esa poca…

-J.G: Quera respetar la mirada de la poca sobre ella y en la prensa se referan a ella como la presidente. Ella se autodenomina de esa manera. Y desde lo simblico, ms all de este respeto a las condiciones de produccin, hubiera elegido llamarla la presidente por su condicin heredada de un poder masculino que era el de su marido. Muy pocos la recuerdan como la primera presidenta argentina. No hay registro de su paso por el poder y si lo hay est vinculado a un proceso hereditario.

-T: Es una figura que en el ltimo tiempo viene siendo revisada desde el cine, el teatro y, en tu caso, desde la literatura. Por qu te parece que pasa hoy?

-J.G: Tuve la oportunidad de conversar con Gonzalo Demara, el dramaturgo de “Happyland”, y lo que analizbamos es que, sin hacer una lectura tan poltica, nos interesaba un perodo que tena mucha riqueza narrativa. “Happyland” va desde la stira a ese universo y Claudia trata de tensarlo al lmite de la prosa de prensa. Pero hay una comn voluntad de explorar a una oveja negra. Isabel Pern es una innombrable, habita una zona de tabes, no es funcional a los discursos actuales: ni al peronista ni al feminista, qued ah debajo de la alfombra. La dictadura se la devor. Es atractivo explorar qu elementos de represin y de muerte y de violencia ya estaban en el aire y obviamente hay una zona de misterio y de tenebrosidad ligada a los asesinatos de la Triple A que plantean un monstruo invisible y acechante en las calles. Para un autor es de una riqueza narrativa insoslayable. Me atrajo tambin, viniendo del periodismo, la posibilidad de hacer una ficcin bien realista con nombres propios, como se plantea en una novela histrica pero cercana en el tiempo: no irnos a los tiempos de la conquista ni a la de los hroes de la patria sino poder explorar desde los cdigos de la novela histrica un perodo contemporneo. Hay mucho consenso en pensar ese perodo como una poca negra donde se colma el inframundo de lo moral, lo poltico, lo econmico, lo sexual. Eso acompaado de una esttica que contrastantemente me llama la atencin porque la esttica televisiva, la cartelera callejera, las tapas de revistas, me resultan muy atractivas. Es nuestro kitsch, un pop sucio o degradado que estaba en esos aos 70 pre dictadura y lleg al sumun en los primeros 80.

“Me atrajo tambin, viniendo del periodismo, la posibilidad de hacer una ficcin bien realista con nombres propios, como se plantea en una novela histrica pero cercana en el tiempo: no irnos a los tiempos de la conquista ni a la de los hroes de la patria sino poder explorar desde los cdigos de la novela histrica un perodo contemporneo”.

Julin Gorodischer

-T: La puesta poltica de la esttica est en las reuniones del pasante con Olga Orozco.

-J.G: Esa parte de la historia es la que me resulta ms desafiante de haber podido imaginar, porque me gusta pensar en lo ms subestimado. Es una zona sucia, porque embrida los negocios con el periodismo y, a su vez, la moda dentro de una revista femenina, que es lo ms estereotipable, condenable de acuerdo a lo que vendra despus. Y ellos ah mismo hacen arte. Esa es la exploracin que hace esa dupla cuando les proponen relanzar la seccin de moda de Claudia y hacer pequeas novelas de autor. Es tan fuerte la pasin de la expresin de los dos, que brota en cualquier zona, devora todo. “Claudia vuelve” hace dialogar lo ficcional y lo real en cada una de sus partes y en ese caso juega con la obra verdica confeccionada por Olga Orozco y la confeccionada en Claudia que ha ameritado hasta antologas como “Yo, Claudia”, de Marisa Negri. Hay un juego permanente entre lo que sucedi y el permiso para imaginar situaciones que me interpelan en lo personal, como la posibilidad de hacer arte en el territorio de lo efmero, de lo intrascendente. Ellos son una bsqueda de la trascendencia en el periodismo.

-T: Paola, la editora de Claudia que es presentada como “la gris imprescindible de toda redaccin” se convierte en la gran protagonista.

-J.G.:

Es ambigua, con contradicciones, est atravesada por la inconducta. Es una herona hecha de conductas errneas, as me gusta pensarla. Ya desde el principio su venganza era fraguar las cartas del correo de Claudia, siempre tiene conductas descolocadas y sobre el final termina trabajando con la propia imagen de Isabel o de Lpez Rega. Prefiero pensarla como una sobreviviente o como un sujeto que permite abrir un debate y preguntas sobre el ser marcado por su tiempo, un sujeto que est condicionado a lo que construy de su vida, una vida que en algn momento pone lmites. Quizs ella hubiera querido ser una gran novelista y termina desviando esa pulsin a la realizacin primero de la seccin de Claudia y despus a la construccin de la imagen presidencial. No desaparece ese sueo de compromiso por el texto porque Paola, haciendo la seccin de quehaceres de Claudia o construyendo el discurso poltico, nunca pierde el compromiso por la pasin y el arte del texto, as el texto forme parte de un circuito degradado de la comunicacin. Eso me gusta rescatarlo, el compromiso de los personajes con sus vocaciones.

-T: Le dedicas el libro a tus editoras. Qu destacs de ese rol?

-J.G.: Las conversaciones con ellas fueron a lo largo de muchos aos y se resignificaron para este libro. Son mujeres de una relacin muy intensa con el lenguaje porque estamos hablando de editoras con mucho compromiso con lo coyuntural. En las reuniones de editoras de “Claudia vuelve” la defensa de los temas, en el caso de Paola o de Olga, cobra un estatuto en el que se juegan su propia imagen personal y su propia estima.

Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202106/557434-julian-gorodischer.html

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