A dos días de las elecciones anticipadas que definirán el destino del Brexit, una conversación filtrada desnudó hoy las fuertes internas en el Laborismo, mientras que el primer ministro conservador y favorito de las encuestas, Boris Johnson, profundizó su principal promesa de campaña: abandonar la Unión Europea (UE).
Johnson visitó la localidad de Staffordshire, en el centro de Gran Bretaña, y al hablar con la prensa prometió que, si consigue una mayoría conservadora propia en la Cámara de los Comunes, abandonará la UE el próximo 31 de enero, como se acordó con el bloque en la última extensión que pidió forzado por la parálisis del parlamento británico.
Si no consigue una mayoría parlamentaria propia en las urnas este jueves, Johnson advirtió a los británicos que salir de la UE seguirá siendo “muy difícil”, como demostraron las pujas políticas en el congreso en los últimos tres años y la caída de dos de sus predecesores conservadores, David Cameron y Theresa May.
La última encuesta publicada ayer por el diario The Guardian, pronostica que el Partido Conservador de Johnson obtendría un 42%, mientras que el Laborismo quedaría segundo lejos con 36% y los Liberales Demócratas terceros con 12%.
Otras encuestas recientes dan una ventaja aún mayor al oficialismo y lo ubican por encima del umbral necesario para quedarse con una mayoría propia en la Cámara de los Comunes, lo que lo liberaría de la necesidad de negociar la eventual salida de la UE con sus actuales socios de gobierno, los irlandeses del DUP.
Pese a ser el favorito cómodo en las encuestas, Johnson no cambió su tono bélico hacia su principal rival, el líder del Laborismo, Jeremy Corbyn.
En su conversación con la prensa hoy, el premier calificó al líder opositor como un “simpatizante de (el movimiento islamista palestino) Hamas, de la IRA (la extinta guerrilla independentista norirlandesa) y un tolerante del antisemitismo y pacificador del Kremlin”.
Johnson aprovechó un momento de debilidad pública de Corbyn, luego que la prensa difundiera una conversación privada de Jonathan Ashworth, un referente del Laborismo y el secretario de Salud en las sombras, en la que lo calificaba como un potencial peligro para la estructura estatal.
“No sé sobre el tema seguridad. Trabajé en el número 10 (como se conoce a la sede de gobierno) y creo que la máquina (estatal) rápidamente va a moverse para garantizar la seguridad”, le dijo Ashworth a un amigo conservador sobre la posibilidad de una victoria de Corbyn y su ascenso al poder.
“Pero no veo que eso pase, ¡no puede pasar!”, concluyó el laborista sobre la posibilidad de una victoria electoral de su partido.
La preocupación de Ashworth no cayó como una sorpresa en Londres ya que desde 2015, cuando Corbyn arrasó en las internas laboristas, el establishment y los barones del partido lo critican y socavan su autoridad.
Sin embargo, atento al momento clave de la campaña, Corbyn evitó entrar en una controversia con su secretario de Salud en las sombras y aseguró a la prensa que Ashworth tiene “todo su apoyo”.
Corbyn aseguró que el audio le pareció mostraba “un sentido del humor bastante raro”.
“Me dijo que todo fue una broma de psicología a la inversa de hinchas de fútbol y que la otra persona estaba diciendo lo opuesto sobre su partido y que todo se fue un poco de las manos”, explicó el candidato laborista que le dijo Ashworth.
Lo cierto es que el Laborismo llega apenas unido a las elecciones del jueves, pese a que Corbyn hace meses que exige públicamente unas elecciones generales para disputar el control del gobierno.
Mientras Johnson representa claramente una posición dentro del conservadurismo a favor de un Brexit como sea, con o sin acuerdo con la UE, Corbyn ha tenido una posición menos clara, lo que ha profundizado aún más las criticas internas de su liderazgo y ha dejado al desnudo, una y otra vez, la falta de unidad dentro de su partido.